Nuestra forma de andar. Aunque se nos olvide, en su tiempo nos costó mucho trabajo aprender a andar. Mantener el equilibrio no es fácil y es una de las muchas cosas que aprende el ser humano, precisamente porque es un movimiento que desplaza todo nuestro cuerpo en equilibrio, resulta muy personal.
Por eso hay una psicología sobre nuestra manera de caminar. Las líneas de nuestras manos, nuestras huellas digitales, las facciones de la cara junto a la manera de caminar, reflejan lo que llevamos por dentro.
Este breve estudio sobre nuestra psicología reflejada en nuestro andar, sólo es aplicable en casos muy concretos. No podemos utilizar estos conocimientos en personas superiores a los 60 años, ya que la mayoría de ellos, no caminan como quieren, sino como pueden, lesiones y el deterioro corporal modifica la manera de andar. Tampoco lo utilizaremos con niños, ni con personas enfermas. Tampoco es apto aplicarlo a los que no conocemos, ya que su manera de moverse podría ser incidental, necesitamos, al menos, conocer de vista a esa persona. Tampoco debemos analizar a los que siempre vemos en grupo, ya que en esas situaciones, no se camina en circunstancias que podríamos considerar normales, sino en función del desplazamiento conjunto del grupo y también de otras actitudes que alterarían la veracidad del análisis, como la recomposición de los movimientos que algunas personas realizan cuando están con otros, con el fin de causar buena impresión visual. Tampoco aplicaremos estos conocimientos en viandantes con deficiencias anatómicas evidentes, o con sobre peso.
En resumen, debemos aplicarlo sólo a personas conocidas y que se muevan solas. Cuantas más características apreciemos, mejor serán los resultados. La manera correcta de caminar consiste en mantener el equilibrio de manera cómoda, no anormal, como las modelos en las pasarelas. Los pies deben estar abiertos en un ángulo igual o un poco superior a la agujas del reloj, marcando la una menos cinco. Esto es así para compensar la anchura de la cadera de una persona de tamaño y peso adecuado. Las rodillas se articularán en la dirección del movimiento sin desplazamientos laterales. La zancada no será grande ni pequeña. Los brazos se moverán a modo de contrapesos aumentando el equilibrio. De esta manera, cuando avanzamos una pierna le sigue en paralelo el brazo contrario y hasta el brazo del mismo lado se desplaza, levemente hacia atrás. Los hombros no estarán echados ni hacia delante ni hacia atrás, la cabeza estará erguida sin inclinaciones de ningún tipo. Caminará en línea lo más recta posible, estando la acera libre y tenderá a ir por el centro.
Conductas diferentes a la descrita son pérdidas reales de equilibrio, que a su vez, reflejan deficiencias psicológicas. Salvo en un caso particular, el de la abstracción de los pensadores, que suelen llevar la cabeza inclinada hacia abajo y tampoco se da en todos los casos. Al final expondré doce modelos de conducta con su manera particular de andar.
Con los pies muy abiertos.
Si la apertura es igual o superior a las 10 y 10 del reloj, es la exteriorización de una persona que no ha madurado, no le gustan las responsabilidades, también es cándida y afectuosa. Son ignorantes y caprichosos, no les gusta esforzarse. Reúnen lo bueno y malo de los niños.
Cerrando un pie.
Esta manera de andar metiendo un pie hacia adentro es reflejo de personas que tienen doblez en su manera de actuar. Son egoístas, barren para adentro. Por otro lado, se hacen una idea de si mismos muy elevada. Son traidores.
Desplazando hacia afuera las rodillas.
Esta manera de caminar y sobre todo al subir escaleras, como si las rodillas se abriesen al exterior al avanzar la pierna, indican una personalidad asociada con las costumbres de algunos simios, los chimpancés cuando caminan bípedos lo hacen de esa forma. Aunque los simios resultan graciosos para los niños, lo cierto, es que son muy sucios y diestros en aprender malas costumbres. Esto revela una psicología de persona amable que pregunta por la vida de los demás, aunque no le interese lo más mínimo, que siendo adulador llega a su objetivo, en suma Trepa.
A grandes pasos.
Hay persona con gran capacidad de acción, abarcan más que otros y se refleja en su manera de andar, claro que, también puede tratar de un egoísta que se lo come todo. Serán necesarios más detalles para saber si trata de una u otra psicología.
A pequeños pasos.
Las personas precavidas caminan así, también los temerosos. Como en el caso anterior será necesario tener más datos.
Moviendo el brazo y la misma cadera simultáneamente.
Esta es una manera de caminar mecánica, por lo tanto obedece a una psicología ritualista, de ideas enquistadas y de orgullo exacerbado.
Con desplazamiento de brazos exagerada.
Se parecen a los militares cuando hacen instrucción. Una forma así de caminar nos muestra un carácter firme, pero poco flexible. También se da en personas que les gusta llamar la atención. Autoritarias y poco tolerantes, suelen tener conflictos en sus relaciones personales.
Moviendo ambos brazos como si fueran uno.
Trata de personas que continuamente necesitan ser estimuladas, por eso mueven los brazos como los esquiadores para impulsarse. A fin de cuentas los brazos en el caminar sólo son meros contrapesos, pero estas personas los utilizan como una ayuda en la impulsión.
Con el tronco hacia delante.
No es la postura del decidido, andar de esta manera va contra el equilibrio y sin embargo, muchos optimistas caminan así. Creen que lo tiene todo controlado, son los de: no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Activos pasan el día pensando y realizando cosas, si bien, sus pensamientos y acciones no son de índole filosófica, son prácticos. El almirante Nelson caminaba de esa manera. Napoleón también.
Con el tronco hacia atrás.
Personas en exceso precavidas, pesimistas que han sufrido desgracias. No se implican en nada, leen la letra pequeña de cualquier cosa con lupa. No toman partido, excepto el suyo. Dejan que los demás den el primer salto y aún así ceden su puesto al siguiente si aún dudan que haya peligro. También caminan así personas violentas, como tirando de las riendas para frenarse.
Con las palmas de las manos hacia atrás.
Son personas de pocos recursos mentales, su dedicación laboral es manual. No son honestos, pues sólo muestran las palmas de las manos hacia atrás.
Pisando con todo el pie y con énfasis.
Los pies los posamos en el suelo como aterrizan los aviones, sin embargo, estas personas descienden los pies de manera más vertical que angular y para volver a levantarlo, lo hacen sin llegar a doblar el dedo gordo, dando la sensación de pisar con ganas. Persona muy materialista e insegura, que necesita sentir el contacto del suelo en su pie. Está muy introducida en su biología y para él, es lo único que existe.
Cabizbajo.
Puede ser persona pensativa o deprimida, otros detalles indicarán una u otra cosa. Con la cabeza inclinada hacia el lado predominante. Si es zurdo o diestro y ladea la cabeza en ese sentido, es la exteriorización de una persona afianzada en sus idea, partidista y cerril. Carece de flexibilidad mental para ponerse en otras posturas mentales, por lo que no escucha y en consecuencia, no aprende.
Con la cabeza inclinada hacia el lado contrario.
Son personas que han pasado por una o varias experiencias desagradables, llegando a la certeza de haber sido culpa suya, ya por negligencia o maldad, por eso llevan un guardia dentro de sí mismos que les impone todo lo contrario de lo que hacían antes y que tanto sufrimiento le costó. También puede tratar de una persona que no tiene seguridad en sus emociones y por eso busca contrapeso en la parte mental.
Con soltura.
Qué decir. Sólo en el caso del político u aquel otro que vive cara a un público podemos diferenciar entre la seguridad real y la ficticia. El que finge esta manera de caminar, lo hace cuando está frente a ese público, aunque retoma su verdadera manera, al ir sólo.
Rígido.
Es obvio, una persona con las articulaciones rígidas y con los músculos tensos, lleva una postura forzada y toda su vida también es forzada, por un rigor que pretende suplir la falta de inteligencia y tolerancia hacia sus congéneres.
Deprisa.
Personas activas. A esto se les añade que no son muy dados a filosofar ni tienen actitud espiritual. La mayoría de estas personas piensan que El tiempo es Oro.
Despacio.
Personas tranquilas, apacibles, les gusta pensar y observar el entorno. Consideran las relaciones personales más importantes que el Oro.
Con ángulo elevado de la cabeza y sacando pecho.
¡Aquí estoy yo!. ¡Lo más grande de la Creación!. Sobran las palabras.
Amenazante.
¡Apartaos, que soy peligroso!. También podría ser, aunque a ellos no les guste: ¡Apartaos que tizno!. Lo cierto es que todo su volumen es impulsado con la finalidad de producir temor en los que le viene de frente. Son personas inseguras que hacen a los demás lo que ellos creen estar sufriendo. Son el padre que recibió malos tratos en su niñez y luego los repite en su hijo. El trabajador que no trabaja bien y su jefe le regaña y luego llega a su casa y se descarga en su esposa e hijos, etc.
Temeroso.
Camina con exceso de precaución, como hace el zorro cuando en invierno cruza un lago helado.
En zig-zag.
Clara inestabilidad emocional. Que llega una emoción a su mente, se va para un lado que le llega otra, pues al otro lado. Y cuando no piensa, lo hace de manera inconsciente, cualquier cosa que vea le recuerda alguna experiencia, unas veces buena, otras mala. Es totalmente egocéntrico.
Preferencia de carril.
Desear tener la pared a un lado, es buscar seguridad y quien busca seguridad es por prudencia o miedo. Caminar por el centro de la acera supone una mayor libertad y seguridad en uno mismo. Andar cercano al borde nos muestra una persona activa, ya que desde allí se cruza antes a otra vía. También indica que no nos gusta ser molestados, ya que por ese extremo circula menos gente.
Con las manos en los bolsillos.
En el caso de que no haga frío y sea como dijimos al inicio, una costumbre, nos referimos a una persona tímida, o un acomplejado o un timador. Hacen falta más detalles para sacar conclusiones.
DOCE MODELOS
Voy a exponer unos modelos con el máximo nivel de datos. En la realidad no sucede de manera tan clara, pero, con el fin de que el lector se haga a la idea, los casos descritos tendrían un 99% de posibilidades de acierto.
Persona Insegura
Se unen las maneras de andar: Temeroso. Con el tronco hacia atrás. A pequeños pasos. Despacio. Cabizbajo.
Persona inestable
Unimos: Zig-zag. Con la cabeza inclinada del lado contrario. Moviendo ambos brazos como si fueran uno. Paso lento y rápido de manera alternativa.
Persona Orgullosa
Ángulo elevado de la cabeza y sacando pecho. Rígido. Cerrando un pie.
Decidida
Deprisa. A grandes pasos. Con el tronco hacia delante. Con soltura.
Persona filosófica
Cabizbajo. Despacio. Por el centro de la calzada.
Persona violenta
Amenazante. Desplazando los brazos exageradamente. Angulo elevado de la cabeza y sacando pecho. A grandes pasos.
Ignorantes y cerriles
Rígido. Moviendo el brazo y la misma cadera simultáneamente. Con la cabeza hacia el lado predominante. Pisando con todo el pie y con énfasis.
Hipócritas.
Despacio. Cabizbajos. Desplazando las rodillas. Con las manos en los bolsillos. Cerrando un pie.
Emotivos.
Con las manos en los bolsillos. Abriendo mucho los pies. Paso corto. Cabizbajo. Moviendo ambos brazos como si fueran uno.
Autoritarios.
Despacio. A grandes pasos. Angulo elevado de la cabeza y sacando pecho. Moviendo el brazo y la misma cadera simultáneamente.
Acomplejados.
Las personas acomplejadas o frustradas se manifiestan de dos manera distintas, unas, dejando que se exteriorice su estado interno y otras, manifestando todo lo contrario, según sus criterios.
1ª Sin compensación.
Con las manos en los bolsillos o Moviendo los brazos como si fueran uno. Cabizbajos. Preferencia de carril las fachadas. Con el tronco hacia delante. Con inclinación de la cabeza al lado contrario.
2ª Compensados.
Ángulo elevado de la cabeza sacando pecho. Deprisa. A grandes pasos. Preferencia de carril por las fachadas. Rígido.
Libres, espiritualmente desarrollados.
Siguiendo el modelo que se dio al inicio sobre la manera más equilibrada de caminar. Con soltura.
Autor: Adolfo Cabañero.
Fuente: http://www.eldespertar.info/Psicologia/Asicaminamos.pdf