TODA PERSONA QUE ACUDE A UN SANADOR DEBERÍA SABER ESTO Y TENER RESPETO POR ESE SANADOR
El sanador no trabaja por dinero, cobra por SU TIEMPO, no por el don, Siempre hay gastos como el consultorio la energía, el agua entre otros hay que sostenerse en planeta tierra y porque quien recibe la Sanación tiene que dar forzosamente algo a cambio si no se vuelven deudores energéticos.
Su misión va mucho más allá, el trabajo que hace lo hace por amor y empatía porque si hacemos conciencia de todo lo que arriesga con cada paciente, no hay dinero que alcance para pagar porque en muchas ocasiones arriesga su propia vida, su salud física, la paz mental y entiende que el pago que recibe muchas veces no es en moneda, si no que está en correspondencia directa con el universo.
El sanador no aprendió todo lo que sabe en la escuela, ni en libros, sabe que no necesita un título para realizar la misión que se le encomendó aquí en la tierra, sabe que su conocimiento es ancestral y viene en su cadena genética, sabe que es su alma la que dirige y que ella ya conoce todo lo que tiene que conocer y sabe todo lo que tiene que saber, aprendió y creció a través de escuchar su cuerpo, de elegir siempre el amor antes que el odio, de aceptar y respetar todos los niveles de vida existentes, de ser valiente, de conocerse profundamente y sanarse y amarse a sí mismo, de dedicar horas a la meditación y al trabajo con sus cuerpos energéticos.
El sanador arriesga su integridad física mental y emocional cada vez que acepta el colaborar con otro ser humano, ya que efectivamente hay ocasiones en que la canalización de energía densa es tan fuerte que se queda con parte de ella y luego él es el que se queda cargando con larvas, parásitos, entidades, egregores, fantasma, demonios, implantes y todo aquello de lo que libero a su paciente, en ocasiones se quedan con cosas muy fuertes que lo drenan y tiene que buscar la manera de deshacerse de todo aquello para poder continuar con su labor, para poder continuar sanación.
Después de trabajar en la sanación deben limpiar, liberar, armonizar y volver a proteger el lugar donde trabajaron, su entono, su familia y en especial a el mismo.
A veces falta ser más agradecidos, solo nos sentimos mejor y sanados; olvidamos al sanador y otras veces solo nos quejamos por el precio y alegamos que no sentimos exactamente lo deseado ilusoriamente al pie de la letra según nuestros caprichos y reprochamos lo invertido; desconociendo el esfuerzo realizado y los avances logrados por el sanador en nuestra dolencia física, emocionales y mentales.
No hay exclusividad para el paciente
El sanador llega a nuestras vidas, no por casualidad es porque las plegarias elevadas al cielo fueron escuchadas y con su compasión y humildad acepta apoyarnos en la sanación que tanto imploramos. Valoremos ese maravillo tiempo que nos asignó en esa fecha y hora acordada para nosotros, aprovechémoslo al máximo, ser puntuales. Él debe seguir atendiendo a otras personas, que requieren igual o mayor dedicación.
No confundamos esa empatía y confianza de lazos que se fortalecen cada vez que estamos en terapia con el querer que vivan en función de nuestras dolencias físico-mentales y emociones en el día a día. Estar llamando o escribiéndole caprichosamente cada vez que algo sucede (cada hora, diario al amanecer) y malhumorándonos porque no nos responde de inmediato. Reserve toda esta vivencia para la próxima terapia, detalle lo vivido esa semana y reflexionen juntos durante la sanación asignada.