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Masaru Emoto es un autor japonés, licenciado en ciencias internacionales por la Universidad de Yokihama. Aunque frecuentemente se le trata de doctor, su graduación es en medicina alternativa, por una universidad india no acreditada, por lo que simplemente le llamaremos Masaru Emoto.

Por lo que realmente se le conoce, es por sus afirmaciones sobre los poderes mágicos del agua, que según él es capaz de percibir y almacenar la energía positiva o negativa que se proyecta sobre ella. ¿Y esto que quiere decir? Pues que si metes agua en dos frascos, y a uno le dices cosas bonitas y a otro le insultas, el agua almacenará esa energía positiva o negativa en su interior, y si la congelas, el primero formará cristales de hielo bonitos, y el segundo formas horrorosas.

La afirmación de entrada escapa a la lógica, ya que parte de la universalidad de la percepción de lo bonito o bueno, y de lo feo o malo. Por ejemplo, a mí la filatelia me puede parecer lo más maravilloso del mundo, pero quizá otra persona podría considerar que hablarle todas las tardes a un vaso de agua sobre sellos es una tortura. Pero es más. El agua no solo es capaz de interpretar y almacenar la energía positiva, sino que sabe leer y en todos los idiomas del mundo. Basta con escribir un letrero en el frasco poniendo “Amor” y en el otro “Idiota” para obtener el mismo efecto.

Posiblemente a estas alturas ya no necesites leer nada más para estar convencido de que lo que vende Emoto es humo, pero profundicemos un poco más.

El agua al congelarse forma diferentes estructuras cristalinas dependiendo de la temperatura y de la humedad existente. Actualmente no se conoce con exactitud por qué los cristales de hielo forman diferentes estructuras ya que la física sobre la manera en la que las moléculas de agua se comportan en temperaturas de congelación es muy compleja.

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Parece por lo tanto realista afirmar que el aspecto de un cristal de hielo depende simplemente de la temperatura a la que estuvo expuesto, y de la humedad existente en el momento de la congelación. Pero el sr. Emoto va más allá. En uno de sus experimentos, expuso dos muestras de agua a música de diferente tipo. El cristal de la muestra de la izquierda, pertenece a la muestra de agua expuesta a música de Beethoven. La de la derecha a música Heavy Metal.

Tengo un amigo fan de Metallica que no sé qué pensaría de este experimento. Bueno, la verdad es que bebe poco agua. Seguramente ni le importase.

Emoto documenta todos sus experimentos, pero lo hace de tal manera que quedan sujetos a que el sesgo cognitivo afecte los resultados. Sus estudios han despertado tanto escepticismo, que incluso Randi le ofreció públicamente en 2003 un millón de dólares si era capaz de confirmar sus afirmaciones en un estudio de doble ciego. Emoto no contestó.

La única prueba planteada por él mismo, diseñada de tal manera que ese sesgo no pudiese ocurrir tuvo lugar en 2008, para la revista Journal of Scientific Exploration. En este experimento se tomaron 6 botellas de agua mineral y se formaron 3 grupos de dos cada uno. Las dos primeras botellas fueron las que se dedicaron como receptoras de los pensamientos positivos. Otras dos se pusieron debajo de la mesa donde se ubicaron las primeras, a modo de muestras de control cercanas. Las otras dos botellas se colocaron en otra planta del mismo edificio, a modo de muestras de control lejanas. Todas las botellas se metieron en jaulas de Faraday para evitar posibles interferencias externas.

Una vez recibida la “energía positiva” proveniente de seguidores de Emoto que oraron por las botellas [sic], se tomaron 50 gotas de agua de cada una, y se depositaron en placas Petri. Se etiquetaron, sin identificar la ubicación de la botella, y se metieron en un congelador a –25º durante 3 horas. Después, un operador realizó una foto de cada una de las gotas en un mismo vértice de la placa, independientemente de si se podía apreciar un cristal o no. Esas fotos fueron valoradas por el público en votación entre los valores 0 y 6 (6 el más bonito).

El resultado del experimento arrojó una valoración media de los cristales de las botellas rezadas de 1,8 puntos, mientras que las muestras del control próximo obtuvieron una nota media de 1,6 y las del control lejano 1,9. La conclusión es obvia. Los valores obtenidos estaban muy próximos, y además la muestra “tratada” obtuvo peor valoración que una no tratada.

La confirmación de que Emoto es un charlatán, viene de la interpretación que hizo de este experimento, en el que se olvida de la muestra de control lejana, afirmando que la muestra que ha recibido la energía positiva obtuvo mejor valoración que una muestra de referencia (1,8 vs 1,6), confirmando así otros estudios anteriores.

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